El paso del tiempo se acentúa sobre todo en nuestro rostro, ya que siempre está expuesto a agentes externos, tanto en invierno como en verano. Las arrugas se deben al envejecimiento intrínseco o genéticamente determinado; como al extrínseco, debido a esa exposición a factores ambientales. Con el envejecimiento, la epidermis se adelgaza y en la dermis disminuye la formación de colágeno y elastina, lo que conduce a la pérdida de elasticidad y a la formación de arrugas.
Las pieles maduras, además de arrugas, muestran cambios de pigmentación y mayor sequedad. Este tipo de factores se agravan por la exposición al sol, el tabaco y la disminución de los estrógenos con la madurez. Por ello, es importante evitar las exposiciones solares y utilizar factores de protección muy alta durante todo el año. Aplicar ácido retinoico previene y trata el envejecimiento, ya que incrementa la formación de colágeno. También conviene una buena aportación de antioxidantes tópicos como las vitaminas C y E y los alfahidroxiácidos, que han demostrado su grandísima eficacia en el tratamiento de pieles maduras.