Como podrás comprobar en el vídeo que se muestra en este artículo, el testimonio de Toni es un testimonio esperanzador. Se trata de una persona que empezó a tener problemas con la urticaria crónica a partir de la primavera de 2012, cuando vio cómo se le hinchaban las manos, los pies, la cara, la garganta… Sufría dos o tres brotes de consideración cada semana y no sabía por qué. Para él no era nada cómodo ir al trabajo, ya que tenía la cara deformada y le miraban raro. Lo pasó francamente mal.
La investigación es clave
Como es lógico, no tardó en acudir al médico para encontrar una solución. Le hicieron muchas pruebas y todo estaba en orden. No eran capaces de detectar el problema y Toni no recibía ninguna respuesta reconfortante.
Su desesperación iba en aumento porque no lo entendía. Trabaja en el sector de la automoción, donde no aceptan que exista un defecto sin conocer las causas. Por eso no se conformó con un «mala suerte» y continuó buscando esa ansiada solución que finalmente encontró.
Le dijeron que existía un tratamiento que le podía venir muy bien y no tardó en iniciarlo. Empezó el día 4 de diciembre y el día 5 ya no tenía nada. Volvió a ser el de antes, volvió a sonreír. Su perseverancia tuvo premio.
La urticaria crónica no tiene cura, pero…
Si bien es cierto que la urticaria crónica no tiene cura, existe la posibilidad de mantener sus síntomas bajo control gracias a tratamientos como el de Toni. Eso sí, hay que ser consciente de que cada persona es un mundo y no todos los tratamientos funcionan igual. Además, la respuesta positiva a un tratamiento puede cambiar con el paso del tiempo.
A día de hoy existen tres alternativas terapéuticas que pueden solucionar los problemas que sufren las personas con urticaria crónica: activadores de los receptores de glucocorticoides, antagonistas de los receptores de la histamina H1 de segunda generación y bloqueadores de la Inmunoglobulina E (IgE).
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